intentando mantener puertas abiertas,
puertas de las que hemos perdido la llave.
El miedo a cerrarlas
provoca que nos sintamos atados
a aquellas personas que ya no nos quieren en sus vidas,
sin embargo,
a veces, tampoco nos quieren fuera de ella.
Los sentimientos se transforman
y las puertas se van cerrando o abriendo
dependiendo de las circunstancias.
Ha pasado el tiempo,
todo ha cambiado
y ya no me preocupan
las llaves de aquellas puertas
que se cerraron para siempre.