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sábado, 18 de abril de 2020

Te echo de menos

Desde que empezó el confinamiento
no nos hemos vuelto a ver,
te echo de menos:
encuentro a faltar
aquellos momentos
en que nos tomábamos nuestro café
mientras hablábamos de nuestras cosas
y compartíamos risas.
Echo de menos
nuestros paseos al aire libre
y las confidencias.
Hablamos por teléfono
y nos vemos por videollamadas,
es verdad...
pero no es lo mismo:
echo de menos el poder darte dos besos
o darte un abrazo
cuando te sientes mal.
Me falta la cercanía de la amistad...
sin embargo
sé que esos momentos volverán,
que podremos salir a la calle
y reencontrarnos
sin el virus acechando,
sin volver a escuchar
el silencio
de las calles desiertas.





jueves, 9 de abril de 2020

Hoy es un día especial

Hoy es un día especial
porque echamos de menos
a las personas que se ha llevado este virus.
Hoy es un día especial
porque valoramos a las personas que más queremos
y porque seguimos luchando
para doblegar esa curva.
Hoy es un día especial
porque podemos decir un "te quiero",
y un "te echo de menos"
en voz alta
mientras hablamos por teléfono
mirando a través del cristal de la ventana...
hoy es un día especial
porque a pesar de estar lejos,
nuestros corazones nos mantienen cerca
unos de otros
y eso nos da motivos suficientes
para seguir adelante.
Cuando esto acabe
quiero abrazar a todos aquellos a quienes quiero,
reunirme con vosotros y celebrar
que esta pesadilla que estamos viviendo
habrá terminado,
aunque nuestros ojos se empañen
por el recuerdo
de los que ya no están.

sábado, 21 de marzo de 2020

Quédate en casa

Cuando miro hacia atrás
comprendo lo que hoy nos falta:
la libertad de vivir como nos apetezca,
los abrazos, los besos,
la cercanía con nuestras familias
a causa de un enemigo invisible
que está devastando vidas humanas.
Vivimos el momento,
el día a día.
Vivimos
una situación sin precedentes en la historia,
unos días terroríficos,
sin embargo,
aunque estamos solos frente al virus,
debemos estar unidos en la distancia
para caminar todos juntos
hacia la misma meta
que hoy es la vida.
VIDA, esa palabra
que hoy adquiere un sentido diferente
al que nos habíamos acostumbrado hasta ahora.
vidas de todos amenazadas por un virus...
Luchamos por nuestra existencia.
Así que hagamos lo que está en nuestras manos
para cuidarnos y cuidar a los demás.
Hoy el hastag #quedateencasa
resuena en nuestros cerebros,
hoy estamos a tiempo
de, con un pequeño gesto,
salvar a la humanidad.
Por favor:
Quédate en casa,
disfruta de los momentos que te ofrece la soledad,
o la compañía de tus seres más queridos...
pero no pongas en peligro
a los demás.


domingo, 15 de marzo de 2020

Un día en la playa (Cuento infantil)

Juanito era un niño de unos ocho años, moreno, con los ojos oscuros. Sus padres, que tenían vacaciones, se lo habían llevado a la playa. Juanito no había visto nunca el mar: le encantó lo azul y lo inmenso que era. Él quería ir a nadar al agua, pero su padre no quería que fuese solo, así que le acompañó a la orilla. Le preguntó: 
-¿Te gusta?
-¡Mucho, papá! -contestó Juanito. 
-Pues ya toca salir del agua, son ya las doce... y te puedes quemar. -Dijo su padre.
-¡No! ¡Yo quiero quedarme en el agua, me gusta mucho!
-¡Juanito, vamos! -Le dijo su padre- ¡Hay que salir!
-¡Que no! -Respondió Juanito y empezó a llorar, porque quería seguir en el agua más rato. 
Juanito no quería obedecer, pero su padre le dijo: 
-Al menos, vamos hacia la orilla, así no estarás dentro del agua. Te pones un poco de crema solar y hacemos castillos en la arena, ¿Qué me dices? 
Esto convenció a Juanito: se dejó poner crema y luego su papá y él estuvieron haciendo castillos de arena. Estuvieron trabajando durante dos horas. La gente que pasaba por allí, se paraba a mirar el castillo que estaban construyendo: ¡Era precioso! Habían hecho un puente levadizo y todo, el papá de Juanito era un artista. Cuando el castillo estuvo terminado, la gente les empezó a aplaudir: 
-¡Bravo, bravo! -Gritaban todos a la vez mientras aplaudían. 
Juanito estaba muy contento: había hecho algo con su papá que había merecido la pena. Mucha gente se acercaba a ellos y querían hacerse fotos junto a ellos y al castillo. Fue un día muy divertido. 
Un matrimonio, les invitó a comer. Les dijo: 
-¡Nos gustaría que comiérais con nosotros!
-¡Muchas gracias! -dijo el papá de Juanito- ¡Nos gustará mucho!
Cuando fueron al restaurante, estuvieron comiendo y hablando durante todo el tiempo. El señor que les había invitado se llamaba James, era americano y su mujer era sueca. Se habían conocido en la playa hacía ya muchos años, se habían enamorado y se habían casado. Sus hijos ya eran mayores y ellos vivían ya allí, en una casita pequeña, pero muy acogedora. 
Juanito se empezó a aburrir: se había acostumbrado a ser el centro de atención y empezó a portarse mal. Su padre le dijo: 
-¡Juanito! ¡Cuando los mayores hablan, los niños se tienen que comportar!
-¡Papá, vamos a jugar! -Le decía Juanito.
Su padre le dijo: 
-¡Pórtate bien o no iremos luego a ver el castillo de arena ni a bañarnos a la playa!
Fue entonces cuando aquellos señores, se pusieron a hablar con él: 
-¿Te llamas Juanito, verdad? -Le dijo el señor- Mi hijo también se llama así. 
-¡Ah! -Respondió Juanito- ¿Y dónde está tu hijo?
-Él está en Estados Unidos, vive allí. 
-¡Ah! -contestó Juanito. Y estuvieron hablando durante un rato. Juanito se tranquilizó un poco y empezaron a recoger. Cuando volvieron a la playa, el castillo seguía allí y la gente también: A todo el mundo le había gustado. Juanito les dijo a todos: 
-¡Lo ha hecho mi papá! ¡Es un artista!
Pronto cayó la tarde y el padre de Juanito le dijo que tenían que recoger. Se marcharon a casa dejando su huella en la arena, con el castillo, hasta que subió la marea y el castillo se deshizo. Se lo llevó el agua, como también las horas se llevaron aquel maravilloso día de playa.