domingo, 15 de marzo de 2020

Un día en la playa (Cuento infantil)

Juanito era un niño de unos ocho años, moreno, con los ojos oscuros. Sus padres, que tenían vacaciones, se lo habían llevado a la playa. Juanito no había visto nunca el mar: le encantó lo azul y lo inmenso que era. Él quería ir a nadar al agua, pero su padre no quería que fuese solo, así que le acompañó a la orilla. Le preguntó: 
-¿Te gusta?
-¡Mucho, papá! -contestó Juanito. 
-Pues ya toca salir del agua, son ya las doce... y te puedes quemar. -Dijo su padre.
-¡No! ¡Yo quiero quedarme en el agua, me gusta mucho!
-¡Juanito, vamos! -Le dijo su padre- ¡Hay que salir!
-¡Que no! -Respondió Juanito y empezó a llorar, porque quería seguir en el agua más rato. 
Juanito no quería obedecer, pero su padre le dijo: 
-Al menos, vamos hacia la orilla, así no estarás dentro del agua. Te pones un poco de crema solar y hacemos castillos en la arena, ¿Qué me dices? 
Esto convenció a Juanito: se dejó poner crema y luego su papá y él estuvieron haciendo castillos de arena. Estuvieron trabajando durante dos horas. La gente que pasaba por allí, se paraba a mirar el castillo que estaban construyendo: ¡Era precioso! Habían hecho un puente levadizo y todo, el papá de Juanito era un artista. Cuando el castillo estuvo terminado, la gente les empezó a aplaudir: 
-¡Bravo, bravo! -Gritaban todos a la vez mientras aplaudían. 
Juanito estaba muy contento: había hecho algo con su papá que había merecido la pena. Mucha gente se acercaba a ellos y querían hacerse fotos junto a ellos y al castillo. Fue un día muy divertido. 
Un matrimonio, les invitó a comer. Les dijo: 
-¡Nos gustaría que comiérais con nosotros!
-¡Muchas gracias! -dijo el papá de Juanito- ¡Nos gustará mucho!
Cuando fueron al restaurante, estuvieron comiendo y hablando durante todo el tiempo. El señor que les había invitado se llamaba James, era americano y su mujer era sueca. Se habían conocido en la playa hacía ya muchos años, se habían enamorado y se habían casado. Sus hijos ya eran mayores y ellos vivían ya allí, en una casita pequeña, pero muy acogedora. 
Juanito se empezó a aburrir: se había acostumbrado a ser el centro de atención y empezó a portarse mal. Su padre le dijo: 
-¡Juanito! ¡Cuando los mayores hablan, los niños se tienen que comportar!
-¡Papá, vamos a jugar! -Le decía Juanito.
Su padre le dijo: 
-¡Pórtate bien o no iremos luego a ver el castillo de arena ni a bañarnos a la playa!
Fue entonces cuando aquellos señores, se pusieron a hablar con él: 
-¿Te llamas Juanito, verdad? -Le dijo el señor- Mi hijo también se llama así. 
-¡Ah! -Respondió Juanito- ¿Y dónde está tu hijo?
-Él está en Estados Unidos, vive allí. 
-¡Ah! -contestó Juanito. Y estuvieron hablando durante un rato. Juanito se tranquilizó un poco y empezaron a recoger. Cuando volvieron a la playa, el castillo seguía allí y la gente también: A todo el mundo le había gustado. Juanito les dijo a todos: 
-¡Lo ha hecho mi papá! ¡Es un artista!
Pronto cayó la tarde y el padre de Juanito le dijo que tenían que recoger. Se marcharon a casa dejando su huella en la arena, con el castillo, hasta que subió la marea y el castillo se deshizo. Se lo llevó el agua, como también las horas se llevaron aquel maravilloso día de playa. 





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