y cae la noche
miro al cielo para ver las estrellas:
la más brillante es la tuya,
la que tú has elegido
para observar desde arriba.
¡Sé que estás ahí!
En alguna parte,
tu alma reluce como esa estrella,
mientras sigues el camino
de tu evolución
hacia, posiblemente, una nueva vida.
Cuando oscurece,
cierro los ojos y apareces ante mí:
no eres un recuerdo
sino una presencia.
Estás a mi lado
y yo me siento cómoda y protegida.
Cuando oscurece,
tu alma me transmite esperanza.
Quizás me equivoco, pero tu poema me sugiere una dedicatoria a tu madre que, aunque ja no está físicamente contigo, continúa viviendo en tu corazón.
ResponderEliminarEs exacto, Aurora. Muchas veces sueño que mantengo charlas con ella y parecen muy reales. Un abrazo, guapa.
EliminarEl poema es un espejo de lo que sentimos ante una gran pérdida.
ResponderEliminarEstá contigo.
Saludos.
Gracias, Verónica. Así lo creo. Saludos.
EliminarPrecioso tu poema,un abrazo
ResponderEliminarGracias. Igualmente, un abrazo.
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