Los ojos de un niño
miran a lo lejos
para ver los camellos
montados por los tres Reyes Magos
que hoy
traen regalos.
Un niño apoya su cabecita
en el regazo de su mamá
esperando ese abrazo
de manos frías
porque ese mes no han podido
pagar la calefacción.
Los ojos de ese niño
esperan ansiosos
su regalo en vano.
De pronto, llaman a la puerta:
la vecina del piso de arriba
trae montones de juguetes,
el niño sonríe contento
mientras su madre
llora de agradecimiento,
mientras los ojos del niño
se encienden de júbilo
al pensar que los Reyes Magos
se han acordado de él...
aunque se hayan equivocado de piso.