Vamos cogidos de la mano
caminando
y de pronto:
una mirada hostil
y un silencio
cargado de reproches.
Me sueltas
y empiezo a caminar sola
por el sendero
que ambos llevamos.
Busco de nuevo tu mano
y la encuentro al poco rato.
Quiero caminar contigo,
sabiendo que nos dirigimos
hacia el mismo lugar.
Quiero que tu mirada se vuelva alegre
y el silencio desaparezca.
Finalmente
las aguas vuelven a su cauce:
Me vuelves a coger de la mano
y el reproche se marcha,
como se han marchado
esos nubarrones
que amenazaban tormenta
en nuestro camino.