sábado, 31 de octubre de 2020

Una conexión fantasmagórica

Alicia estaba sentada frente a su televisor aquella noche del 31 de Octubre del año 2018.  De pronto, le llegó un fuerte olor a incienso de sándalo... ¿Qué era aquello? Se quedó en silencio, absorta en el ambiente y, de pronto, vio a un espíritu. No tuvo miedo, tenía una mete curiosa y abierta. Le preguntó: 

—¿Quién eres tú?

—Mi nombre es María. He venido a avisarte de los cambios que van a aparecer en tu vida—. Contestó el espíritu. 

—¿Y qué cambios son esos? 

—Tu vida está a punto de cambiar. Son cambios para bien, pero debes estar preparada. No puedo quedarme mucho tiempo porque me esperan en otra parte. 

Alicia no sabía qué pensar: ¿A qué cambios se refería aquel espíritu? ¿Y porqué se había puesto en contacto con ella? Era la primera vez en su vida que veía a un fantasma. Ni siquiera había creído nunca en aquellas cosas, pero ahí estaba, hablando con uno. Ella sabía que en su familia había habido mujeres que habían podido conectar con los espíritus, como su bisabuela. Su madre no había podido, pero ella, por lo visto, sí podía. 

Alicia había nacido con una pequeña señal: tenía tres lunares en forma de triángulo en su brazo izquierdo. Tal vez, aquella era una señal de que podría conectarse con el más allá. 

Se fue a la cama y a las doce de la noche, volvió a notar el fuerte olor de incienso a sándalo, que había notado con fuerza un rato antes. El espíritu iluminó la oscura habitación y le dijo: 

—He vuelto. Quiero que sepas la noticia que tengo para ti, referente a los cambios que van a aparecer en tu vida. 

—¿Qué cambios son esos? ¡Me has dejado intrigada!

—Mañana, tu novio te va a pedir que te cases con él, pero debes negarte. 

—¿Por qué? —Preguntó ella. 

—Si te casas con él, no seréis felices. No es el hombre destinado a ti, ni tú eres la mujer destinada para él. Supongo que con las discusiones que habéis tenido estos últimos días, ya te habrás dado cuenta. 

—Es verdad, hemos discutido muchas veces. Durante días he estado pensando en terminar con esta relación...

—¡Termínala! —Le dijo el espíritu— Ha llegado el momento de que tomes tú la iniciativa de lo que quieres en tu vida, yo solamente he venido a ayudarte con un pequeño empujón. Hazle caso a tu instinto. 

El fantasma desapareció de repente. Alicia no pudo dormir en toda la noche pensando en lo que habían hablado. El fantasma tenía razón: Ella tenía que tomar la iniciativa de su vida y no dejarse llevar como había hecho hasta entonces. Ella ya no quería a su pareja, hacía mucho tiempo que se habían distanciado y aquello ya no era una relación. 

Cuando, al día siguiente, se encontró con su pareja, él le regaló un anillo de compromiso, que ella rechazó: 

—¿Tú me quieres? —Le preguntó. 

—¡Claro! Si no, no te estaría pidiendo que te casaras conmigo. —Respondió él. 

—Pero yo ya no te quiero a ti. —Le contestó Alicia— Lo mejor es que lo dejemos. 

Cristian, que así se llamaba él, se guardó el anillo y le dijo: 

—Sé que hemos estado discutiendo durante mucho tiempo y a lo mejor eso es lo que nos ha alejado. Me gustaría que me dieras otra oportunidad. 

—¡Mejor no! —Le respondió Alicia— Mejor que cada quien vaya por su camino. 

Rompieron y se alejaron el uno del otro. Al cabo de un año, la noche del 31 de Octubre, Alicia volvió a notar aquel fuerte olor a incienso de sándalo que le era ya familiar. Se le volvió a aparecer el mismo espíritu. Le dijo: 

—Hola, ¿Me recuerdas?

—Sí. —Respondió ella— El año pasado me visitaste. Me ayudaste a tomar la iniciativa de romper con mi pareja. 

—Hoy vengo a decirte que vas a vivir otro cambio. Mañana vas a conocer a otro hombre. Es el hombre que está destinado a ti. 

—¿Pero por qué has venido dos veces a avisarme? 

—Porque te pareces a mí. ¿No sabes quién soy, verdad?

—Me dijiste que te llamas María. 

—Sí. Soy tu bisabuela. He venido dos veces a ayudarte, siempre he estado velando por ti: eres una persona vulnerable y sé que necesitabas un empujón para hacer lo que tú quieras y no lo que se espera de ti. Quiero que a partir de ahora no te dejes influir por nada ni por nadie. Guíate de tus instintos y sé feliz. Me tengo que despedir ya, porque mi misión ha terminado. Algún día volveremos a vernos. Hasta luego. 

El espíritu desapareció. Alicia guardó aquel mensaje en su mente y se prometió a sí misma que siempre tomaría sus propias decisiones, le pesara a quien le pesase. 











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