Después de tantas ventanas cerradas
y tantas veces intentando llegar
a diferentes metas
por fin se abre una puerta.
Su luz ilumina el camino que debo seguir,
guiándome correctamente.
Sigo el sendero que me lleva a la meta:
no tiene piedras,
ni cuestas,
todo es camino llano, recto
y veo el final a lo lejos.
Después de tantas ventanas cerradas
se abre una puerta
cuyo resquicio me sonríe
invitándome a cruzar al otro lado
de la esperanza.
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