Cuando los objetivos no se alcanzan
y las cosas se tuercen,
temo que ya nada sea como espero.
Sin embargo,
conservo la esperanza
de conseguir algún día
todo aquello que anhelo.
Los deseos siguen en mi pensamiento
y lucho por ellos,
aunque, a veces,
la tristeza y la apatía me vencen,
lo reconozco.
Pero más tarde vuelvo a renacer
cual Ave Fénix, de mis propias cenizas
y vuelvo a luchar
para conseguirlo.
Es entonces
cuando me siento bien
y confío en el mundo que me rodea
sintiendo que cada minuto que pasa
me acerca cada vez más a mis sueños.
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